Nuestros trabajos no siguen reglas.
Siguen una intuición rara que siempre termina asomándose, aunque intentemos ocultarla.

Foto, video, branding, audio, moda… lo que sea.
Hay un detalle torcido, un gesto fuera de lugar,
algo que no encaja del todo
y justo por eso termina siendo lo más interesante.

No buscamos hacer lo “bonito” ni lo convencional.
Buscamos que quede nuestro.
Atractivo. Funcional.
Aunque para lograrlo tengamos que romper cosas, mover otras o ignorar lo que “debería” hacerse.

Porque al final, lo que hace que un trabajo sea bueno
no es la forma, sino la actitud con la que se construye.